Hace apenas medio año escribía un artículo titulado ¿Cuánto
dura una crisis? En aquel momento señalaba que una crisis es básicamente la
suma de errores, públicos y privados, de los agentes económicos, al concentrar
excesivos recursos –humanos y de capital- en sectores incapaces de mantenerlos.
Y el tiempo que dura la crisis es exactamente el de la
desinversión, de la reducción del exceso de oferta –sector público
insostenible, excesivos préstamos sin garantías, demasiados pisos - para que se
ajuste a la capacidad real de demanda los ciudadanos.
Esa situación de crisis degeneró en un círculo vicioso de
más paro, menos ingresos públicos, mayor déficit y por tanto deuda pública, más
gasto en intereses y prestaciones por desempleo, más impuestos, cierre de
empresas y de nuevo crecimiento del paro.
Tras las medidas del gobierno, este bucle infinito tocó a su
fin el año pasado y lo que vivimos en este momento es justo lo contrario; el
inicio de un círculo virtuoso. En el cual las reformas generan aumentos de la
productividad, crecimiento de las exportaciones y la inversión extranjera,
subida en recaudación, caída del déficit público, creación de empleo, aumento
de la demanda y las ventas empresariales y la última pieza es la bajada de impuestos
que, a su vez, alimenta el consumo, la inversión y el empleo.
Ha habido que esperar siete años para que nuestra
recaudación crezca -un 6% en lo que va de año-, nuestros gastos mengüen y que
el agujero anual que alcanzó los 110.000 millones de euros en 2009 se haya
reducido a la mitad, para poder anunciar que 20 millones de contribuyentes
dispondrán de más renta a partir de enero de 2014 y que los autónomos ya este
mes de julio tendrán en Castellón 1.200.000 euros al mes más en su bolsillo.
El padecimiento de muchas familias se hace a veces
insoportable, pero mantenido el pulso reformista, a los 300.000 nuevos empleos
del último año le van a seguir muchos más
-el dato de junio va a ser magnífico-, el crecimiento industrial y
turístico y la apertura de nuevas empresas, han creado un país nuevo en el que
la bajada de impuestos, desafiando a Bruselas, consolida estos logros.
Gracias a la reforma tributaria el 72% de los
contribuyentes, con rentas medias y bajas, tendrá una rebaja fiscal media del
23,5%, además 1,6 millones de contribuyentes dejarán de tributar. Y va a
permitir que los contribuyentes ahorren 9.000 millones de euros en dos años y
que nuestras empresas sean más competitivas con la bajada del 30% al 25% del
Impuesto de Sociedades.
Queda aún mucho por hacer, pero vivimos ya inmersos en
un círculo económico virtuoso que
permitirá que cada día sean más los ciudadanos que salen de la crítica
situación en la que nos dejó la izquierda.
Miguel
Barrachina Ros
Economista
y Vicepresidente de la Diputación de Castellón
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