El ex presidente del Consell, Joan Lerma, ocupa su escaño en el Senado. A. Heredia |
Caducan los delitos y los danones, pero la
corrupción no caduca, en todo caso se transforma y 'mejora' su mecánica y su
perfidia para eludir los procesos de control o perfeccionar los recodos de
impunidad. La corrupción como comportamiento público u orgánica no caduca pues
nada puede degenerar más allá de lo putrefacto.