EL OBISPO CASIMIRO LÓPEZ SE SUMO A LA CELEBRACIÓN.
Entre 3.000 y 4.000 personas se calcula que
participan este fin de semana en la tradicional romería oficial de Segorbe al
santuario de su patrona y de la diócesis, Ntra. Sra. de la Cueva Santa.
Aunque con alguna nube en el cielo, el buen tiempo
reinante y la excelente temperatura que incluso ha llegado a alcanzar los 28ºC,
ha favorecido la presencia de numerosos romeros que ya desde las cinco de la
madrugada formaban un goteo continuo de grupos, recorriendo a pie los 14
kilómetros que separan la capital del Palancia del santuario, ubicado en
término municipal de Altura.
Para los más madrugadores que han buscado el fresco
de la mañana para hacer el recorrido, se sirvió una chocolatá con enseimadas en
la misma explanada que da acceso al recinto mariano, obsequio de la Asociación
de Romeros de la Cueva Santa, que se encargan de organizarlo todo.
Los actos oficiales sin embargo se han iniciado por
la tarde con el tradicional canto de la Salve Regina en el retablo que la
virgen tiene en la plaza de su nombre en Segorbe, ceremonia a la que no ha
asistido el obispo, Casimiro López Llorente, “por asuntos de agenda
familiares”, aunque el prelado se ha sumado a los actos del propio santuario.
Si estuvieron los dos párrocos, Miguel León y Federico Caudé que dirigió el
rezo, así como las primeras autoridades locales con el alcalde, Rafael Calvo, a
la cabeza; las dos reinas de las fiestas, Cristina Soler y Paula Tortajada que
recibieron un pañuelo conmemorativo de los romeros y numeroso público.
Al llegar al puesto de socorro de la Cruz Roja,
componentes de la comisión de fiestas del ayuntamiento entregaron a cada uno de
los participantes en la romería, una botella de agua que fue muy bien acogido
por los romeros.
Las inmediaciones del santuario se vieron una vez
más totalmente colapsadas por la masiva presencia de personas y vehículos en
una festividad, reservada para el primer fin de semana de octubre, que año a
año ve aumentar considerablemente el número de participantes.
Fue de destacar la procesión de antorchas a la cruz
en el ocaso de la tarde. Se trata de un impresionante desfile de devotos de la
virgen portando antorchas de colores cuya luz resalta entre la oscuridad de la
noche, en un largo recorrido.
La ausencia de la imagen original que se veneraba en
su altar hasta hace algo más de dos años en que fue robada del santuario, no ha
restado brillantez a las celebraciones religiosas presididas por una copia fiel
y antigua del original.
El culto a la virgen de la Cueva Santa, extendido
por toda la Comunidad Valenciana, se remonta a principios del siglo XVI. La
pequeña imagen de la virgen, cuya autoría atribuye la tradición a Fray
Bonifacio Ferrer (hermano de San Vicente), fue hallada por un pastor en el
interior de la cueva, entonces aprisco de ganado. En el centro de la cavidad se
encuentra la capilla y el altar de la virgen, cuyas obras comenzaron a
realizarse a finales del XVI, sufriendo modificaciones en diversas épocas.
Desde entonces numerosos milagros y curaciones extraordinarias se atribuyen a
esta pequeña imagen que cinco siglos después sigue siendo objeto de devoción de
los segorbinos.
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