Este sábado se cumplen cuarenta años de uno de los
accidentes aéreos más dramáticos, que devino en uno de los más recientes
ejemplos de superación humana. Por ello, varios actos han rendido homenaje hoy
a los supervivientes y recuerdan a las víctimas.
Desde aquí, también queremos sumarnos con un pequeño homenaje en esta efeméride, ya que hace 6 años el Ayuntamiento de Segorbe patrocinó una charla-coloquio que contó con la presencia de Ramón Sabella Barreiro, uno de los 16 sobrevivientes de la caída de un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya sobre la cordillera de los Andes en octubre de 1972, que plasmó la película “Viven”.
Desde aquí, también queremos sumarnos con un pequeño homenaje en esta efeméride, ya que hace 6 años el Ayuntamiento de Segorbe patrocinó una charla-coloquio que contó con la presencia de Ramón Sabella Barreiro, uno de los 16 sobrevivientes de la caída de un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya sobre la cordillera de los Andes en octubre de 1972, que plasmó la película “Viven”.
El superviviente, Ramón Sabella, en su exposición
trató además temas de liderazgo, la fe y la confianza, la unión frente a las
adversidades y la necesidad de aprender y crecer con ellas. La charla, a la que
acudieron más de cien personas, se enmarcó dentro del Ciclo de Conferencias que
organizó la Asociación Peña Tío Julio de Segorbe.
La Conferencia se inició con el pase de un vídeo basado en la historia del Accidente de los Andes, seguido de una exposición de
fotografías que fue explicando Sabella. “Yo tenía 21 años, fue un viernes 13
por la tarde. Íbamos volando entre las nubes y debido a un error del piloto, el
avión chocó contra la cordillera de los Andes”, comentó Sabella. Cabe recordar
que en aquel avión viajaban los jugadores del Old Christians, un equipo de
rugby de un colegio de Montevideo.
El superviviente relató que “lo más impresionante
fue cuando llegué a la entrada de la cabina que estaba bloqueada por los
asientos, caminaba por la nieve, y descubrí que Ferradas y Lagurara, los
pilotos del aparato, estaban atrapados en los asientos y los instrumentos
habían penetrado en sus cuerpos. Ferradas estaba muerto, pero Lagurara aún estaba
con vida y le suplicaba a Sabella que lo auxiliara”.
Sabella, trató inútilmente de hacer funcionar la
radio pero nunca lo logró. “Laguara me pidió que cogiera una pistola que tenía
en su portafolios y le pegará un tiro. No cesaba de decir que todo aquello era
un desastre, pero le convencí que esperará al día siguiente, que vendrían los
equipos de rescate a por todos nosotros”.
Los 32 supervivientes se dispusieron a pasar la
noche en el avión destruido, a la espera de ser rescatados, aunque tuvieron que
esperar 70 días. Trataron de resistir con las pocas reservas de alimentos que
poseían, esperando ser rescatados. Desesperados ante la ausencia de alimentos y
agotada su resistencia física, se vieron obligados a alimentarse de sus
compañeros muertos para poder seguir viviendo. “Teníamos un sólo fin, una sola
meta, que era sobrevivir y salir de ahí, y no había nada que esperar, porque no
sabías si ibas a vivir una hora, un minuto, un día más, la angustia nos
embargaba”.
Finalmente, relató que hartos de las bajísimas
temperaturas, la amenaza de aludes, y angustiados por la muerte de sus
compañeros y la lenta espera del rescate, dos de los jugadores de rugby
decidieron salir a buscar ayuda. Así, el 22 de diciembre de 1972, tras haber
sobrevivido setenta días, fueron rescatados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario