Creo
que, antes de nada, es necesario definir el concepto de populismo
que, a mi juicio, consiste en presentarse a las elecciones
proponiendo lo imposible, a sabiendas de que es imposible.
Para
que triunfe el populismo, es necesario que confluyan dos
circunstancias que, desgraciadamente lo hacen en nuestra querida
España: La primera es que exista una situación de extrema
necesidad, de desesperación, motivada por el desempleo y la crisis
económica. La segunda, el desapego y hartazgo de los ciudadanos
hacia sus políticos, en nuestro caso, sobre todo, motivado por casos
de corrupción.
El
primer paso que lleva a cabo el populismo, es prometer y decirle a
todo el mundo lo que quiere oír (nada complicado, desde luego),
aunque sea imposible conseguirlo. Nunca dicen los populistas de donde
van a obtener el dinero y los recursos necesarios para conseguir lo
que prometen y es que, que nadie se llame a engaños, nada es gratis,
todo cuesta dinero y, lo que se da a unos, hay que obtenerlo de
otros.
El
populismo, desde sus inicios, degenera en demagogia porque, para
decir a todo el mundo lo que quiere escuchar, se ve obligado a
prometer una cosa y la contraria a la vez y esto, desde luego, es
imposible llevarlo a la práctica. Los recursos, desgraciadamente,
siempre son limitados.
Desde
la desesperación y el hartazgo de los ciudadanos, los populistas
consiguen alcanzar el control de las instituciones y, entonces, sólo
entonces, es cuando ponen en marcha sus métodos dictatoriales y
antidemocráticos.
Lo
primero y, es práctica común en todos los regímenes populistas,
consiste en reescribir la Constitución. Para ellos, todo lo
conseguido y construido hasta la fecha de su llegada al poder, carece
de valor, no tiene sentido y, hay que eliminarlo. Sencillamente
pretenden hacerlo desaparecer, como si nunca hubiera existido,
pretendiendo incluso, reinscribir la historia.
Una
vez anulada la Constitución existente, se redacta otra a medida del
partido populista, marginando y anulando aquellas cuestiones que no
comulgan con su radical ideología. Suelen ser sectarias, muy
sectarias y, sobre todo, muy radicales, de ideología ultracomunista.
Es práctica común, además, en todos estos regímenes, su apoyo en
un líder de destacado carisma.
El
segundo paso que llevan a cabo es, de manera progresiva y constante,
eliminar los derechos y libertades de los ciudadanos, intentando,
también de manera progresiva, el control de la sociedad y la
instauración del pensamiento único.
Un
claro ejemplo de régimen populista, es el Gobierno Venezolano del
golpista Hugo Chávez. Régimen que incluso ha sobrevivido a su
creador, ahora en la figura de Nicolás Maduro. El control que ejerce
el gobierno bolivariano sobre la sociedad es asombroso y, créanme,
sé lo que digo – tengo un amigo casado con una policía venezolana
(guapísima, por cierto) y utilizan métodos asimilados a los
empleados por el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores, de
Adolf Hitler.
Chávez
uniformó, armó y puso en nómina a varios millones de jóvenes de
su partido, encargados de velar y vigilar el espíritu de la
revolución bolivariana. En la práctica, se establece un chivato del
gobierno, en cada manzana, de todos los barrios, que, fusil en mano,
vigila las 24 horas del día a todos sus vecinos. Es obvio que, en
esta situación, la democracia desaparece de un plumazo, bajo la
amenaza del revolucionario-chivato y su fusil.
Con
el tiempo, llega inexorablemente la miseria. La trae la corrupción
del sistema populista, donde desaparece la iniciativa privada, huye
cual alma que lleva el diablo la inversión y el capital nacional y
extranjero y aparecen como consecuencia de ello, el desabastecimiento
de los mercados y las cartillas de racionamiento. Llega
inexorablemente la miseria para todos, como ocurre en Venezuela y
Cuba, para todos, excepto para una minoría privilegiada afín al
régimen, que viven con todo tipo de lujos, ajenos a la miseria del
pueblo que les rodea.
Y
es que el populismo, quiere tanto a los pobres, que los multiplica.
Les interesa crear un ejército de pobres subsidiados y desocupados
para mantenerse en el poder. Una vez desaparecidas las libertades
individuales y colectivas, así como la democracia, perpetuarse en el
poder es algo fácil, demasiado fácil para ser una realidad.
Manuel
Martín Sánchez
Diputado
Autonómico Partido Popular
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