lunes, 1 de diciembre de 2014

POPULISMO, DICTADURA y MISERIA. | por Manuel Martín

Creo que, antes de nada, es necesario definir el concepto de populismo que, a mi juicio, consiste en presentarse a las elecciones proponiendo lo imposible, a sabiendas de que es imposible.


Para que triunfe el populismo, es necesario que confluyan dos circunstancias que, desgraciadamente lo hacen en nuestra querida España: La primera es que exista una situación de extrema necesidad, de desesperación, motivada por el desempleo y la crisis económica. La segunda, el desapego y hartazgo de los ciudadanos hacia sus políticos, en nuestro caso, sobre todo, motivado por casos de corrupción.

El primer paso que lleva a cabo el populismo, es prometer y decirle a todo el mundo lo que quiere oír (nada complicado, desde luego), aunque sea imposible conseguirlo. Nunca dicen los populistas de donde van a obtener el dinero y los recursos necesarios para conseguir lo que prometen y es que, que nadie se llame a engaños, nada es gratis, todo cuesta dinero y, lo que se da a unos, hay que obtenerlo de otros.

El populismo, desde sus inicios, degenera en demagogia porque, para decir a todo el mundo lo que quiere escuchar, se ve obligado a prometer una cosa y la contraria a la vez y esto, desde luego, es imposible llevarlo a la práctica. Los recursos, desgraciadamente, siempre son limitados.

Desde la desesperación y el hartazgo de los ciudadanos, los populistas consiguen alcanzar el control de las instituciones y, entonces, sólo entonces, es cuando ponen en marcha sus métodos dictatoriales y antidemocráticos.

Lo primero y, es práctica común en todos los regímenes populistas, consiste en reescribir la Constitución. Para ellos, todo lo conseguido y construido hasta la fecha de su llegada al poder, carece de valor, no tiene sentido y, hay que eliminarlo. Sencillamente pretenden hacerlo desaparecer, como si nunca hubiera existido, pretendiendo incluso, reinscribir la historia.

Una vez anulada la Constitución existente, se redacta otra a medida del partido populista, marginando y anulando aquellas cuestiones que no comulgan con su radical ideología. Suelen ser sectarias, muy sectarias y, sobre todo, muy radicales, de ideología ultracomunista. Es práctica común, además, en todos estos regímenes, su apoyo en un líder de destacado carisma.

El segundo paso que llevan a cabo es, de manera progresiva y constante, eliminar los derechos y libertades de los ciudadanos, intentando, también de manera progresiva, el control de la sociedad y la instauración del pensamiento único.

Un claro ejemplo de régimen populista, es el Gobierno Venezolano del golpista Hugo Chávez. Régimen que incluso ha sobrevivido a su creador, ahora en la figura de Nicolás Maduro. El control que ejerce el gobierno bolivariano sobre la sociedad es asombroso y, créanme, sé lo que digo – tengo un amigo casado con una policía venezolana (guapísima, por cierto) y utilizan métodos asimilados a los empleados por el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores, de Adolf Hitler.

Chávez uniformó, armó y puso en nómina a varios millones de jóvenes de su partido, encargados de velar y vigilar el espíritu de la revolución bolivariana. En la práctica, se establece un chivato del gobierno, en cada manzana, de todos los barrios, que, fusil en mano, vigila las 24 horas del día a todos sus vecinos. Es obvio que, en esta situación, la democracia desaparece de un plumazo, bajo la amenaza del revolucionario-chivato y su fusil.

Con el tiempo, llega inexorablemente la miseria. La trae la corrupción del sistema populista, donde desaparece la iniciativa privada, huye cual alma que lleva el diablo la inversión y el capital nacional y extranjero y aparecen como consecuencia de ello, el desabastecimiento de los mercados y las cartillas de racionamiento. Llega inexorablemente la miseria para todos, como ocurre en Venezuela y Cuba, para todos, excepto para una minoría privilegiada afín al régimen, que viven con todo tipo de lujos, ajenos a la miseria del pueblo que les rodea.

Y es que el populismo, quiere tanto a los pobres, que los multiplica. Les interesa crear un ejército de pobres subsidiados y desocupados para mantenerse en el poder. Una vez desaparecidas las libertades individuales y colectivas, así como la democracia, perpetuarse en el poder es algo fácil, demasiado fácil para ser una realidad.

Manuel Martín Sánchez

Diputado Autonómico Partido Popular

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